La pasta de dátiles es muy común como endulzante en ciertos movimientos de alimentación saludable, pero tampoco debemos pasarnos con ellos.
Cada vez son más las personas concienciadas con la necesidad de reducir las cantidades de azúcar en su dieta. Lógicamente, como todo en la vida, la glucosa es muy necesaria para nuestro organismo, pero a unas dosis concretas. Si nos pasamos, aumentando las ingestas de dulces con azúcares añadidos, pueden comenzar a darse ciertos problemas de salud. ¿Pero qué sería sin un poco de dulzor en la vida? Para los más golosos eliminarlo completamente es complicado. Por eso, primero comenzó a extenderse el uso de determinados edulcorantes artificiales. Más tarde, sin embargo, el auge del movimiento Real Food ha llevado a que se use directamente el dulzor natural de frutas como el plátano o los dátiles.
Estos últimos, especialmente los dátiles Medjoul, se utilizan frecuentemente para la elaboración de pastas con las que los realfooders sustituyen el azúcar de sus postres. Inicialmente esto era algo típico de la repostería casera y ocasional. Sin embargo, se ha convertido en algo tan frecuente que ya puede verse incluso en ciertos productos industriales, cuyo mayor reclamo es que todos sus ingredientes son naturales. ¿Es positiva la llegada de estos productos a nuestros supermercados? No hay una respuesta sencilla, pues todo depende del prisma con el que lo miremos y, sobre todo, de la información de la que dispongamos como consumidores.
Azúcares libres versus azúcar intrínseco
La razón por la que los dátiles gozan de tanta fama como endulzantes es porque se consideran un buen sustituto de los azúcares libres. Se conoce así a aquellos que se metabolizan rápidamente. Al hablar de metabolismo hacemos referencia al proceso por el que estos azúcares se transforman en la glucosa que las células utilizan, por ejemplo, para obtener energía. El problema de que dicho procedimiento se realice muy deprisa es que no da tiempo a aprovecharlo todo, por lo que parte de ese azúcar se acaban almacenando convertido en grasa. Además, también se generan grandes picos de insulina, algo poco saludable que, a la larga, puede acabar provocando enfermedades metabólicas, como la diabetes.
Cuando tomamos fruta, los azúcares que esta contiene se encuentran rodeados de una matriz, compuesta especialmente por fibra. Esta ralentiza su metabolismo, de modo que se produce una mejor conversión en glucosa, sin grandes picos de insulina.
Es también la razón por la que se considera más saludable tomar la fruta entera que en zumo. Si nos comemos una naranja, aprovecharemos los azúcares intrínsecos de la fruta, pero si la exprimimos estamos eliminando la matriz, dejando los azúcares libres.
Si usamos pasta de dátiles, podemos considerar que estamos aprovechando sus azúcares intrínsecos. No obstante, en conversación con Hipertextual, el divulgador científico y tecnólogo alimentario Mario Sánchez nos ha explicado que, en realidad, existe aquí una especie de limbo nutricional. “Podríamos dudar sobre si sus azúcares siguen siendo intrínsecos o pasan a ser libres tras procesarlos en forma de pasta o puré”, comenta. “De hecho, no hay consenso sobre ello. La OMS no incluye a los dátiles triturados como fuente de azúcares libres, sin embargo el Scientific Advisory Committee on Nutrition de UK sí que los considera como tal”.
Entonces, ¿qué pasa con los dátiles?
Endulzar un alimento con pasta de dátiles siempre será mejor que hacerlo con azúcar. Pero no a cualquier precio.
Los dulces deben de ser de consumo ocasional, con dátiles o sin ellos
Por ejemplo, si lo hacemos en casa, normalmente será para endulzar un postre, que posiblemente llevará también otros ingredientes muy naturales y reales, pero que en su conjunto no dejan de ser para un consumo ocasional. El problema es que podemos creer que, al ser todo tan natural, podemos consumirlos más frecuentemente y en mayor cantidad. Ocurre lo mismo si se trata de un producto industrial. Ahora bien, ¿qué cantidad se considera demasiada? Todo dependerá de las circunstancias de cada uno.
Mientras que para los azúcares libres la OMS recomienda no pasar de 25 gramos diarios, no hay una cifra para los intrínsecos. Esto, según nos cuenta Sánchez, se debe a que “no suponen un problema en el contexto actual”. Sin embargo, “cada vez estamos viendo más el auge de productos hiperpalatables elaborados con materias primas saludables que nos pueden confundir un poco”.
Por eso, debemos ser conscientes de qué estamos tomando. Cuando se trata de un dulce o un postre, con dátiles o sin ellos, debe ser de consumo ocasional. Si es, por ejemplo, una de esas barritas comerciales cuyo consumo está cada vez más en auge, todo dependerá de nuestra actividad física. “Si tenemos una vida activa y hacemos deporte frecuente no va a suponer un problema consumir estos productos”, aclara el especialista en tecnología de los alimentos. “Como fuentes de hidratos de carbono que son, el consumo de estos productos debe adecuarse al nivel de actividad física que desempeñemos a lo largo del día”.
Mejor la fruta entera
Uno de los grandes problemas de no tomar la fruta entera es que, al eliminar el masticado, comemos una mayor cantidad. Es difícil comerse tres plátanos de una vez. Pero en un batido nos los bebemos fácilmente. Con las naranjas y el zumo pasa igual. Y también con los dátiles.
Cuando trituramos un alimento siempre estamos perdiendo la masticación como aliado para sentirnos más saciados. Esto puede provocar que consumamos más calorías de la cuenta, ya que nos cuesta menos comer el alimento.
Mario Sánchez, tecnólogo alimentario
Esto es algo que debemos tener también en cuenta a la hora de mirar las etiquetas de los alimentos. Y es que, por ejemplo, a veces puede poner que no tienen azúcares añadidos, porque lo que se ha añadido a la receta es zumo de frutas, que no dejan de ser esos azúcares libres que se metabolizan tan rápido. ¿Debemos dejar de consumir esos productos? No necesariamente. Pero sí debemos ser conscientes de que no es bueno abusar.
Lo decimos siempre. En lo referente a la alimentación, lo importante es comer con cabeza. Saber que incluso lo saludable puede dejar de serlo si se abusa y comprender que hay ciertos alimentos que se deben ingerir con menos frecuencia para mantener una vida saludable. Del mismo modo que podemos comernos una barrita de cereales azucarada a la semana, sabiendo que no es saludable, debemos entender que una endulzada con dátiles puede ser menos perjudicial, pero si tomamos tres al día y no mantenemos ningún tipo de ejercicio estaremos igualmente haciendo algo poco sano. “Las calorías no son lo más importante, pero también cuentan. Y si nos comemos el doble o el triple de la cantidad de barrita que normalmente comeríamos, casi es preferible consumir la barrita con azúcares añadidos una sola vez.”
La química de lo natural
Una manzana, un plátano y hasta un dátil están llenos de química. La cicuta proviene de una planta. Totalmente natural. A su vez, las manzanas, los plátanos y los dátiles son naturales, mientras que la cicuta, como el resto de vegetales, es todo química.
El uso de ingredientes ‘naturales’ como reclamo puede fomentar la quimiofobia
Promover la dicotomía entre lo natural y lo químico es un peligro, porque potencia la quimiofobia del consumidor, pero a la vez es una falsedad, porque en realidad hablamos de una dicotomía que no existe.
Ese es el principal error de los productos que se venden como totalmente naturales o incluso de los movimientos que promueven un estilo de vida saludable a costa del miedo.
Somos química y estamos rodeados de química. Nos puede matar, pero a la vez nos da la vida. Es hora de que dejemos de huir de ella y aprendamos a convertirla en nuestra aliada. Al fin y al cabo, por muy naturales que nos empeñemos en ser, podemos tener la certeza de que jamás nos abandonará.