Gabriela de la Garza protagoniza esta producción para TV, creada por Fernanda Eguiarte.
La magia existe, dice Fernanda Eguiarte. Amarres, la serie que creó, es la primera producida en México para el servicio de streaming de HBO Max y versa precisamente sobre la magia. “Lo digo y me dan ganas de llorar”, sostiene, aunque promete no hacerlo. La escritora de series de TV como Ingobernable, Paquita la del barrio y Diablo Guardián platica con nosotros justo el día en que todos los episodios se han liberado: al abrir la aplicación, la recomendación salta en la sección de estrenos y tendencias.
Fernanda insiste en que todo es muy mágico. “Ya sé que me imagino mi vida como si fuera una película”, dice. A lo que quiere llegar es que Amarres realmente está hecha en colectivo: “Es un equipo de los underdogs, de mucha gente que llevaba mucho tiempo chambeando en puestos donde no recibía el crédito que se merecía”.
Amarres sigue a Ana (Gabriela de la Garza), madre de tres –los adolescentes Armando y María y la niña Olga– que enfrenta una crisis severa: su ex busca la custodia de las hijas, ella se accidenta y pierde no solo el dinero que había recibido por la venta de un local, sino el del seguro por caer en la trampa de un agente seductor (Hugo Catalán). Encima, su negocio de sastrería no jala, por lo que empieza a practicar los amarres del título, una especie de hechizos de amor en los que no cree pero para los cuales tiene un talento heredado de su abuela. Además, su vida amorosa se complica con la aparición del bondadoso paramédico Roger (Juan Pablo Medina), y la familiar ni se diga, con las revelaciones que van experimentando sus hijos.
“Lo que tratamos de hacer», cuenta Fernanda, «es una combinación de elementos que sí tienen sustento y base en la magia prehispánica, en costumbres que tenemos aquí en México y que podemos seguir encontrando en el mercado de Sonora, en santería cubana y tal. Pero lo que realmente quisimos hacer, con mucha mano de Roberto Zamarripa, nuestro diseñador de producción, y con los elementos que nos trajo Gabriela de la Garza e igual el resto de talento que estuvo involucrado, fue hacer una magia propia”.
Eso incluye los cánticos y los amuletos de la ceremonia que representa en la ficción. “Nos dimos vuelo y tuvimos mucha libertad de creación para inventarnos nuestro propio universo mágico”, explica Eguiarte.
No obstante, la historia no ocurre, como podría pensarse, en un entorno místico, sino en el terreno de la clase media urbana y en los problemas que enfrenta una familia caótica. Es decir, Amarres no solo es sobre hechizos. “Había básicamente que construir una representación de la clase media mexicana que no veíamos normalmente en las pantallas”, explica Marcelo Tobar, director de la serie, y para conseguirlo se esforzó por imprimir una estética estilizada a las calles y las casas de Popotla, las avenidas y los peseros. «Un toque estilizado pop porque no queríamos olvidar que esto es una comedia, que es una comedia entretenida para pasársela bien. Eso era la base”.
De acuerdo con la creadora, el trabajo implicó mucha libertad, no solo para el reparto y el director, Marcelo Tobar, sino para toda la producción. “Son equipos de más de 200 personas donde cada uno trae un input bien importante a la mesa. Me preguntaba Carolina Tello, nuestra diseñadora de vestuario, que si era como lo había imaginado. Le dije ‘claro que no, es mucho mejor de lo que imaginé’. ¿Por qué? Porque hay 300 corazones más puestos en la mesa, 300 cabezas más pensándolo desde su experiencia, desde su talento. Eso es precioso: esta libertad de crear en equipo se nota en Amarres”.
Agrega Marcelo: “Y además estar conviviendo con Game of Thrones y Friends, ¿quién te iba a decir? Es un sueño para cualquiera”.
Habitar la clase media
Amarres toma el tema de los hechizos como catalizador para hablar de distintos tópicos. Entre las crisis de fe y las existenciales están los dilemas familiares, la búsqueda de la identidad, la ausencia paterna, el activismo, el fanatismo religioso, la rebeldía adolescente, el modelo familiar actual, la homosexualidad, la vida sexual y el verdadero significado del amor. Un ejemplo de esto es el arco del hijo de la protagonista, en cuyo arco se explora la diversidad, tanto de las preferencias sexuales como en la propia personalidad, a partir de elementos comunes pero que aún hoy implican problemas de aceptación (ausentes en la serie).
“Para mí esa historia gay, la historia del chavito gay, es un honor haberla filmado y un gusto que Fernanda haya escrito eso», dice Marcelo, «porque hace mucho tiempo que no veíamos una historia gay con inocencia, ingenuidad, romanticismo, donde no tiene que haber sordidez ni discurso panfletario”.
Fernanda añade: “Lo que intentamos hacer en Amarres fue tener conflictos que tal vez ya habíamos visto antes, pero darles la vuelta. Muchas veces hemos visto a una madre que lucha por sacar adelante a sus tres hijos, pero ver a una madre que además es mujer con mil conflictos más, que está enamorándose de dos hombres a la vez, que además trata de levantar un negocio, que le caga el trabajo que está haciendo y no cree en su propia magia, creo que con eso nos podemos identificar todas. Además, Marcelo y yo somos parte orgullosamente de la comunidad LGBT+ y lo que queríamos contar era una historia que nos representara a los dos y que representara a muchos de los que conocemos”.
Asimismo, la productora y el director intentaron poner a actrices y actores en papeles poco habituales para ellos. El gran ejemplo de ello es la protagonista, Gabriela de la Garza, cuya selección, dice Fernanda, fue el gran acierto de la serie, pues la alejaron de la postura y actitud sofisticadas que suele representar. “Fue muy divertido porque le sacamos a Tacubaya, algo que nunca le habíamos visto», dice Marcelo. «Cuando la conocimos yo le dije: ‘oye, tenemos que hacer una cosa totalmente distinta’. Y me dijo: ‘Marcelo, yo nací en Tacubaya’. De ahí pa’l real, y se corrió la voz de que andábamos jugando en Amarres y tuvimos una cantidad de cameos de gente increíble: Tiaré Scanda, Verónica Toussaint, Leonardo de Lozanne, Irán Castillo, Benny Emmanuel, Nailea Norvind. Si se hace una segunda temporada, a lo mejor hasta sale Timbiriche”.
Gabriela, por otra parte, comenta que no había tenido oportunidad de encarnar un personaje como Ana. “Es muy difícil evitar que a una la encasillen en cierto tipo de personajes. De repente te ven con ciertas características físicas o interpretativas y creen que no tienes un rango suficientemente extenso para interpretar otro tipo de personajes. Fue una oportunidad deliciosa poder crear libremente. Me gusta que me sacudan, que me muevan de mi zona de confort y adaptarme a diferentes formas de trabajar”.
Fuente: Cine Primiere