La Cultura de Paz y su vínculo con la Salud Mental y Emocional

«La paz como la violencia impactan para siempre, la violencia destruye, la paz restituye. Sin paz no hay Salud Mental ni Emocional” 

¿Qué tiene qué ver la salud mental con la paz? Aparentemente son dos vocablos y ámbitos distintos, pero su relación es primordial y más enfática en estos tiempos. Van aparejados uno con el otro, son indisociables en lo teórico y práctico. Una persona sin estabilidad emocional no posee paz interior y, por ende, tampoco para con su entorno y allegados. Una persona que emana paz verbal, física y espiritual, consecuentemente su tranquilidad emocional será mejor y mucho más notoria a la de alguien que padece conflicto; la paz es interior y a la vez exterior, bidireccional, no de una sola vía, no es posible estar en paz consigo mismo y mal con los demás o viceversa. En un supuesto lógico o ideal, recibes lo que das. Por las palabras y actitudes es reconocible quien goza de paz y salud emocional, según el adagio bíblico “por sus hechos los conoceréis” y conforme a la evidencia tácita exigida por técnicos y científicos, paz y salud mental van intrínsecamente coligadas. Veamos lo que dicen tres entidades autoridad en la materia:

De acuerdo a los criterios que marca de manera puntual la Organización Mundial de la Salud (OMS), la salud mental es “un estado de bienestar en el que el individuo se da cuenta de sus propias habilidades, puede hacer frente al estrés normal de la vida, puede trabajar de manera productiva y fructífera, y es capaz de hacer una contribución a su comunidad”.

La UNESCO afirma, la educación para la salud y el bienestar debe ser de calidad, es su cimiento fundamental. Para llevar una vida productiva y saludable cada individuo debe poseer los conocimientos necesarios para la prevención de enfermedades y patologías. Por diferentes ángulos y perspectivas, la cultura de paz se encuentra estrechamente ligada a las teorías de la salud de las emociones y de la mente en las personas. Las posturas de las neurociencias en el tema de la paz, se encuentran completamente relacionadas a la producción de sustancias que nos generan placer y bienestar.

El Instituto de Salud del Estado de México afirma que la salud emocional, es el equilibrio donde nos sentimos bien con nosotros mismos y con los demás. Es el complemento para una vida activa y sana. Consiste en aprender a reconocer nuestras emociones y desarrollar un comportamiento que permita expresarlas. El manejo adecuado de emociones y sentimientos es parte fundamental de la salud emocional.

Por tanto, la cultura de paz implica mayor trascendencia de lo que parece, ya que lograr una paz mental, conlleva a la salud que repercute en la emoción de las personas y en su mejoramiento bioquímico en su organismo. Se constata desde diferentes perspectivas y en especial, desde enfoques psicológicos, que “aquello que no explota, implota”, es decir, aquellas emociones que no se manifiestan, en particular las negativas, encuentran una repercusión directa y seria en el organismo y en el estado emocional de las personas, trayendo consecuencias en sus relaciones sociales y familiares.

En las ideaciones suicidas aparecen una serie de síntomas relacionados a la falta de expresión de las emociones y los mecanismos para canalizarlas adecuadamente. Los actos de violencia son actos que finalmente llegan a revertirse hacia las personas en algún momento de su vida. Si partimos de la idea que la cultura de paz es generar comportamientos que rechazan la violencia, se entiende entonces que los comportamientos al no ser de tipo genéticos, estos se pueden aprender, desaprender y volverse a reaprender de manera más sana y bondadosa. “La persona no es la conducta”, significa que la persona tiene comportamientos que se pueden modelar de tal forma que generen tranquilidad y estabilidad emocional.

Citaremos un ejemplo que viene al caso: hoy ante esta crisis sanitaria, vemos por todos lados aparentes sujetos autonombrados como “motivadores profesionales” que le hacen creer a las personas que, repitiendo frases “positivas” o divulgando discursos “esperanzadores”, cambiarán su vida como por arte de magia. El declarar per se no cura, el hacer por el camino indicado, sí. Claro, detrás de estos individuos siempre hay actos tendientes en aprovecharse de la necesidad emocional de las personas. Son diferentes las “técnicas” de ayuda rápida emocional y sin sustento profesional que se ofrecen, cuando en realidad los verdaderos logros en la vida son retos y valores, resultado de una serie de estrategias planificadas, profesionales, sustentadas en protocolos científicos, en donde los resultados son más que satisfactorios.

La Cultura de paz cuenta con perspectivas epistemológicas, antropológicas y políticas, tendientes a darle un sentido científico, unidas a la educación emocional, la mediación, las artes, las disciplinas holísticas y las humanas, la meditación, la psicología positiva y la psicoterapia Gestalt entre otros conocimientos. Paz y salud emocional, dos ámbitos de urgente aplicación social, donde los juristas, psicólogos y científicos, principalmente, deben sentarse a debatir, concretar y dejar de hablar estos temas por separado.